Williams se ha presentado en los test prácticamente con la misma cara que lucía en su presentación. Un monoplaza casi sin novedades comparativamente hablando respecto a su predecesor que da lugar a suponer que continúan viviendo con la renta de la unidad de potencia y que a medida que transcurra el año irán evolucionando el coche con soluciones que mejoren el rendimiento del coche de manera más contundente.
Pese a esto, el FW40 se ha unido a la moda de las aletas en forma de T, o más comúnmente conocidas como T-Wing, que aprovechan un resquicio de reglamento en el que la FIA no prohibe disponer elementos aerodinámicos justo detrás del área marcada por el Artículo 3.8.4e y el área del alerón trasero. Esto deja un volumen para estos elementos que nace desde la caja de cambios, hasta 950mm por encima del plano de referencia (la altura del alerón trasero de 2016), una anchura de 750mm (misma anchura que el alerón trasero de 2016) por 50mm de largo, que es el espacio libre en la normativa técnica.
De este modo, los chicos de Grove han dispuesto una y hasta 2 T-Wing que agregan algo de carga aerodinámica al alerón posterior, aunque también añade algo de drag y corta parte del efecto upwash del alerón trasero, reduciendo la altura del aire y la carga del ala trasera, por lo que los equipos tienden a evaluar diferentes soluciones en túnel de viento, CFD y pista para comprobar qué concepto les viene mejor en sus diseños.