El circuito belga de Spa-Francorchamps es uno de los más emblemáticos y venerados en la Fórmula 1. El desnivel ofrecido por Eau Rouge, así como sus míticas curvas mantienen la esencia pese a modernizar su silueta en los últimos años. El trazado de 7004 metros de longitud es, quizá, el más querido por los pilotos de la máxima categoría. Un asfalto que mezcla múltiples virajes de gran velocidad y exigencia aerodinámica con largas rectas que obligarán a los ingenieros a buscar el equilibrio perfecto entre velocidad punta y apoyo en curva. Un circuito en el que el motor es una pieza clave a la hora de reglar el monoplaza, ya que permitirá no descargar tanto el coche de carga en las alas sacando también tajada en el sector más revirado.
Tras el parón veraniego, llega la hora de afrontar el último tirón para finalizar el año. Por ello, los equipos incorporan las últimas piezas de los que veremos durante el resto de la temporada ya que todos los esfuerzos de los aerodinamicistas están puestos en el coche del año próximo.
Red Bull aún tiene en cola piezas que evaluar y utilizar en un monoplaza bastante refinado en el apartado técnico del chasis. Tal es el caso que se ha podido ver durante el fin de semana la especificación de ala delantera empleada durante el Gran Premio de Europa en Bakú y que contaba con flaps superiores revisados para ofrecer menor resistencia aerodinámica al cuerpo principal del coche con miras a obtener mayor velocidad punta, aspecto demandante de este trazado ante el déficit presentado por Renault ante la supremacía de Mercedes. Además de ésto, se ha actualizado el cajetín de flaps con la cascada principal (naranja) más amplia y secundaria (cian) más escalonada. A esto se suman las paredes (amarilla y verde, que se incluye en este diseño) con un ángulo más acusado hacia el exterior del neumático a fin de expulsar el aire turbulento que afecta directamente a las aletas que conforman el extremo del ala, reduciendo el drag al impactar directamente con ellas.