La Fórmula 1 desembarca en Mónaco. Un circuito singular en el calendario de la máxima categoría, siendo Singapur el trazado que se le asemeja tímidamente. Montecarlo es una pista lenta en la que cualquier fallo puede costar muy caro. Sin ser demasiado exigente con los motores, el circuito monegasco premia a los monoplazas con una gran tracción, grip mecánico y carga aerodinámica. Sin embargo, lo que realza las calles del Principado de Mónaco es el talento y la pericia al volante, por lo que la confianza que el piloto tenga en su coche resulta primordial a la hora de conseguir un buen resultado durante el fin de semana.
Toro Rosso ha vuelto a innovar en el diseño de su monoplaza de la mano de James Key, con una pequeña aleta en el trapecio inferior de la suspensión. Esta aleta se encarga de crear un vórtice hacia la estela posterior del neumático (véase la dirección que sugiere la inclinación del apéndice) para tratar de disipar la turbulencia ocasionada por la rueda al girar y crea aire destructivo para el flujo limpio útil para producir carga aerodinámica. Es por esto que nacen la jungla de perfiles aerodinámicos en la cara posterior de los frenos, para tratar de reducir el drag originado.
Cabe añadir que dicho elemento es completamente legal ya que entra dentro del área marcada por el reglamento (Artículo 11.4 c) técnico que estipular que no deben sobresalir elementos (aparte de la suspensión) más allá de 120 mm contando desde la cara interna de la llanta, por lo que este nuevo componente llegaría al límite que marca la normativa.