Con la llegada de China al calendario de Fórmula 1, los equipos emplean las últimas novedades antes de entrar en las citas europeas, si contamos a Rusia como prueba celebrada dentro del continente antiguo. La pista situada en Shanghai ofrece un trazado realmente desafiante en la puesta a punto con curvas que exigen unos grandes niveles de apoyo aerodinámico junto con largas rectas que obligarán a los ingenieros a encontrar el punto de equilibrio entre velocidad y carga aerodinámica.
El bólido de Toro Rosso siempre cuenta con pequeños detalles que marcan la pauta y la tendencia en la gran mayoría de rivales de la parrilla. Una de las actualizaciones de cara al setup del coche durante el fin de semana es un revisado alerón trasero, ya utilizado durante algunas pruebas de 2015, y que cuenta con un plano superior con una anchura del ala más corta en los extremos que en la sección central. Esto se traduce en una intención de generar mayor carga aerodinámica en la línea central del monoplaza, donde se origina gran parte de la misma, produciendo, a su vez, vórtices de punta en la esquinas más pequeños en interacción con los slots del endplate, que controlan la forma y energía de estas espirales de aire.
Este efecto en los extremos del ala busca el equilibrio por menor fricción o resistencia, permitiendo cierto incremento de la velocidad punta en recta, concentrando toda la presión en la V central del mainplane.