Tras 23 años de ausencia, México vuelve a aparecer en el calendario oficial de Fórmula 1. Un trazado con enormes rectas, pero que recuerdan en cierta forma a Mónaco por la cantidad de curvas de baja velocidad. Pese a que la pista remodelada recientemente por Hermann Tilke requiera un nivel medio de carga aerodinámica que ayuden a la estabilidad en frenada y tracción a la entrada y salida de los ápices lentos del circuito, lo cierto es que las velocidades punta que se alcancen este fin de semana serán las más altas de la temporada, superando incluso a Monza. Esto es, en gran medida, por la altitud de la Ciudad de Mexico, que, a más de 2000 metros de altura, reduce el efecto de la resistencia debido a la baja densidad que tiene el aire a esta distancia.
Esta densidad también supondrá un verdadero quebradero de cabeza a los ingenieros ya que obligará al turbo a compensar la presión que pierde el motor endotérmico con la correspondiente pérdida de potencia. Por esta razón los componentes internos a la carrocería sufrirán de un mayor estrés, a lo que la menor calidad del aire ayudará menos aún.
Por todo ello, Red Bull es uno de los equipos que ayudan a evacuar el calor con una cubierta motor más grande en su parte final. Esta tapa motor sigue la línea de diseño que su homóloga, pero rodeando el escape por la parte superior para reducir el drag al mínimo dado el déficit de potencia que adolece Renault y, a su vez, creando la carga aerodinámica que este coche puede ofrecer, siendo uno de los mejores chasis de la actual parrilla un año más.
Para ayudar a este efecto, Red Bull ha colocado un pequeño flap gurney al final de la modificada cubierta motor. Esto se hace con el fin de ayudar a incrementar el ángulo de apertura o ángulo de fuga de la tapa motor al obligar al flujo laminar que circula en esta superficie a no desprenderse de la cara inferior sin perder así el rendimiento del gradiente producido en esta región donde la carga aerodinámica es más importante.