Pese al pobre inicio de campaña, Toyota afronta las primeras pruebas en territorio Le Mans con las ganas de reengancharse al campeonato. Los campeones del mundo saben que tienen trabajo por delante después de la gran campaña disputada el año pasado, a pesar de que no ganaran tan prestigiosa prueba dentro de 2 semanas. En La Sarthe los equipos traen paquetes específicos para las largas rectas del trazado francés. Unas modificaciones que se basan concretamente en reducir al máximo el drag siendo un circuito de motor y pericia al volante al lidia con el tráfico más que del propio downforce.
Aunque es un paquete pequeño, la marca japonesa confía ciegamente en la potencia de su Supercapacitor y motor V8 de 3.7 litros. El TS040 regresa a la especificación más adelantada de su guardabarros frontal (amarillo) envolviendo al límite el neumático anterior (verde). Con esto se consigue cortar el aire de forma más directa y así reducir la resistencia que se ofrece en recta, algo esencial en un trazado de estas características. Por ello, todos los elementos delanteros, como los faros, los deflectores y la apertura obligatoria han tenido que ser adelanteros y rediseñados para abarcar la nueva superficie disponible.
A su vez, las entradas de aire frontales que este año añadía Toyota reducen ligeramente su tamaño en orden de no acumular aire que produzca resistencia en su interior, así como pequeñas presiones y turbulencias que se originan en los extremos a altas velocidades. Sin embargo el equipo japonés mantiene el concepto para crear algo de diferencia de presión sobre en splitter y fondo del coche.
En la parte trasera del prototipo los endplates también han sufrido ligeras modificaciones. Tras el incidente de Nakajima en Spa, las luces traseras han debido ser rediseñadas de forma que iluminen y marquen posición de forma más eficiente ante situaciones complicadas de lluvia y nocturnidad. Además, los endplates han aumentado su tamaño para cortar el aire mejor con el efecto antes indicado.